Cómo la música rejuvenece tu cerebro
El cerebro de un músico no es igual que el de un no músico. La práctica musical activa la plasticidad cerebral, reforzando y creando nuevas conexiones neuronales en el córtex auditivo y en otras zonas del cerebro necesarias para la ejecución musical. Pero practicando música, tocando o cantando, no sólo desarrollamos habilidades propiamente musicales, pues también mejoramos las vinculadas al lenguaje, el cálculo, la atención, la memoria o el aprendizaje.
Naturalmente, un cerebro joven absorbe mejor los cambios del entorno y se reestructura a sí mismo, con más facilidad que uno adulto. Sin embargo, y esta es una buena noticia, hoy sabemos que el cerebro es plástico por naturaleza a lo largo de toda la vida. Siempre se está adaptando a las nuevas experiencias, no perdemos la capacidad de aprender, y podemos trabajar con él como lo hacemos con un músculo, de hecho, si no lo hacemos envejecerá antes.
Cuando un no músico escucha música, se le activan las zonas cerebrales auditivas en general y el hemisferio derecho (HD) en particular, pues éste es el hemisferio dedicado a la imaginación, a la intuición, a la visión espacial, o, a la recepción pura de la estética artística. Sin embargo, a un músico educado en comprender la lógica estructural de las obras que interpreta, se le activan además, otras zonas del hemisferio izquierdo (HI), las que procesan la lógica del lenguaje, el cálculo y el razonamiento en general. Conocer y reconocer la tonalidad, los acordes, las cadencias, las frases, los motivos y células musicales, o los timbres instrumentales y vocales que forman los planos sonoros, produce un mayor beneficio cerebral, pues la estimulación no es sólo emocional sino también cognitiva.
El resultado es que en el cerebro de un músico los circuitos neuronales del cuerpo calloso, que conectan los dos hemisferios, se activan y refuerzan, otorgando un mayor equilibrio entre los dos hemisferios cerebrales. Fuente, Jordi A. Jauset (Cerebro y música. Una pareja saludable)
La cuestión es: ¿podemos aprender a usar el cerebro como lo hace un músico profesional para beneficiarnos de los efectos de la música? La respuesta es sí, siempre y cuando tengamos un mínimo conocimiento de la estructura de la obra musical y estemos dispuestos a trabajar mentalmente con ella.
Una clave para conseguirlo está en saber utilizar en nuestro favor la habilidad de discriminar los timbres, o lo que es lo mismo: de diferenciar un piano de un violín, o una trompeta de la voz humana, con sólo escucharlos. Los timbres estructuran las obras musicales en diferentes planos sonoros y podemos utilizar esta habilidad de diferenciarlos y reconocerlos para fortalecer la atención, la memoria y la capacidad de aprendizaje, -como un músico profesional-, mediante una técnica adecuada de meditación basada en la atención.
El método se conoce como Audición Plena de la Obra Musical (Music Awareness Training) y se basa en la inmersión consciente en la obra musical mientras se mantiene la atención en un plano sonoro concreto guiado por un instrumento.
La experiencia primera es comparable a la de bucear por primera vez con los ojos abiertos en un mar de aguas cristalinas. Por un lado, el cerebro activa los circuitos neuronales de la atención a la vez que reduce la actividad del resto de circuitos, para así, focalizarse en lo que va descubriendo. Por otro lado, ante el placer estético que nos produce la música, el cerebro ordena liberar serotonina y dopamina que invitan a repetir y repetir la experiencia. Esto convierte la Audición Plena de la Obra Musical en una técnica sencilla y muy eficaz que puede ayudarnos a mantener sano nuestro cerebro.
Ignacio Botella Ausina