La melodía de Fray Jerome
Abadía de Solesmes, siglo XIII
Bajo la tenue luz de las velas en el scriptorium, Fray Jerome ha dedicado el tiempo desde la hora nona en iluminar los textos escatológicos del libro del Apocalipsis. Ahora, reunido con sus hermanos en la Iglesia de la Abadía, reza cantando el Magnificat anima mea Dominum correspondiente al final de la hora de vísperas.
Sumergido en los sonidos gregorianos, revive cantando el tiempo de agradecimiento en que María visitaba a su hermana Isabel embarazada de Juan el Bautista. Visualizando los neumas de la melodía, su mente se mantiene centrada en las evoluciones del sonido que recorre el espacio entre los muros y techos de la Iglesia.
Desde maitines hasta completas, Fray Jerome vive las horas del día trabajando y rezando. Su tiempo de rezos cantados es de entera comunión con el más allá; su tiempo de trabajo es de contemplación y descubrimiento de hierofanías que iluminan las oscuridades del mundo; su tiempo de ocio es de descanso en sí mismo.
Fray Jerome vive en un tiempo orientado, consciente y sin fracturas. Toda su vida monacal es un tiempo de momentos que llenan de contenido sus días. Momentos distintos articulados en un ritmo melódico que todo lo ocupa y trasciende, dan sentido a su existencia.
Ignacio Botella Ausina