La mirada de Zarlino
En la Basílica de San Marcos de Venecia, hubo durante el Renacimiento un curioso maestro de capilla llamado Gioseffo Zarlino, a quien queremos acercarnos con este pequeño relato.
Zarlino fue discípulo de Adrián Willaert, músico franco-flamenco que inauguró la Escuela veneciana de polifonía renacentista. Willaert cultivó en San Marcos el arte de la estereofonía. Colocando dos coros enfrentados en las cantorías construidas a media altura, consiguió unos efectos de profundidad sonora que llenaban de emoción sobrecogedora todo el espacio de la Basílica.
Cuando ocupó el puesto de maestro de capilla en San Marcos, Zarlino ya era un consumado músico y teórico que, a partir del estudio del monocordio, había recuperado las matemáticas pitagóricas del sonido, fundamento de la divina belleza predicada por San Agustín y origen de la moderna teoría de la música…..
Como cada mañana Zarlino se dirigía a San Marcos. Cruzando la laguna, observaba cómo el sol levantaba su vuelo acariciando con su templada luz los tejados de Venecia. En la Basílica, los cantantes esperaban ya en las elevadas cantorías para el último ensayo de vísperas. Al anochecer, interpretarían el motete “Oh! Magnum Misterium” del Maestro Willaert, y nadie quería perderse la experiencia de fundirse en las preciadas armonías del franco-flamenco. La tensión reprimida en los cantantes se expresaba en sus rostros con una mezcla de responsabilidad, felicidad y entusiasmo, que en poco tiempo brotaría de sus gargantas.
El Maestro entró en el edificio. A su paso lento, firme y elegante, el silencio ocupaba todos los rincones. Se dirigió al órgano, se sentó, y concentrado, posó sus manos sobre el teclado. En un momento San Marcos pareció iluminarse. Vibró completamente liberando el cristalino sonido de la armonía atrapada en su estructura. Despertó de su sueño y desde los cimientos a las cúpulas se dispuso a ejercer de gigante cantor.
Perdida la mirada en el reflejo dorado de las cúpulas, Zarlino alzó sus manos con mágico gesto. De las cantorías brotaron los acordes produciendo el extático y sublime instante, momento presente coronado de eternidad. Como suspendidos en el aire, los cantores, inmóviles y expectantes, embriagados de tiempo, envueltos en la nada, sintieron el mundo pasar, y a Dios observar, desde las cúpulas doradas.
Ignacio Botella Ausina
Comentarios
Interesante el tema de enfrentar a dos coros y crear estéreo, 400 años después llegan los laboratorios Dolby , lo patentan y a Zarlino que le den. No había oído hablar nunca de este buen señor, en fin esto no tiene mérito pues mi cultura musical es muy deficiente. Seguro que con vuestros artículos
El canto coral renacentista es uno de los logros más excelsos de toda la Historia del Arte conocido. Jamás, con tan pocos medios (apenas un puñado de voces de niños y adultos, no necesariamente profesionales), se han obtenido resultados tan sublimes. A lo largo de los siglos posteriores, a través de