Música, cerebro y atención
Un niño formado musicalmente durante su desarrollo, tendrá más probabilidades de vivir una vida con música, pero hoy la neurociencia nos explica que la capacidad de desarrollar habilidades musicales es innata en el ser humano a lo largo de toda su vida. Con la edad mantenemos la posibilidad de aprender a interpretar música y, sobre todo, la habilidad de escuchar y desarrollar la sensibilidad y el sentido estético en cuanto a la calidad del sonido o la interpretación.
A lo largo de toda la vida podemos beneficiarnos de la extraordinaria influencia que la música ejerce en nuestro cerebro, pues la actividad musical estimula de forma inmediata la neuroplasticidad cerebral. “Hoy en día es muy fácil reconocer mediante imágenes las diferencias morfológicas del cerebro debidas a la actividad musical. Sabemos que el cerebro refuerza o realiza nuevas conexiones neurológicas no sólo con la práctica musical real, sino también con la imaginada, como demostró Álvaro Pascual-Leone, en la universidad de Harvard (Oliver Sachs, Musicofilia).
Ejercitar el cerebro mediante una práctica de atención sobre diversos elementos de una obra musical, tiene beneficios que están cada vez mejor estudiados en niños que practican un instrumento. No todos tenemos las habilidades propias de un músico profesional ni el tiempo que solicita la práctica instrumental, pero todos podemos disfrutar de los beneficios que reporta la práctica de la atención consciente en los planos sonoros, -instrumentales o vocales-, una práctica denominada Audición Plena de la Obra Musical.
Nuestro cerebro, como cualquier sistema orgánico, tiende a ahorrar energía funcionando en modo automático. Esto es necesario para todas aquellas funciones corporales que no necesitan de la voluntad consciente, pero puede ser un problema en el ámbito de los pensamientos y de las emociones derivadas de ellos, pues al automatizarse producen conductas descontroladas. “En este estado, nuestra mente automática rumia y rumia sin parar, divaga y secuestra nuestra atención tornando inconsciente el momento presente, (Daniel Goleman, Focus)”.
La práctica habitual de la Audición Plena, desarrolla la capacidad de atención consciente para dirigir nuestra vida con conciencia, sin el constante sometimiento a los pensamientos y las emociones. La actividad cerebral, es decir la mente, se sumerge en el ritmo, la melodía y la armonía, empatizando respectivamente con las funciones del tronco del encéfalo, los centros límbicos y el neocórtex, favoreciendo que el cerebro entre en estado de armonía neuronal. En este estado, los circuitos neuronales dedicados a la atención se potencian.
Cuando con la práctica conseguimos una inmersión profunda, la Audición Plena se convierte en una poderosa herramienta para acallar el monólogo interior, que normalmente no cesa ni en la tranquilidad de un paseo o de una puesta de sol.
Con este entrenamiento musical podemos fortalecer habilidades en relación a la autoconciencia, autocontrol, concentración y reflexión, ganando en nuestro espacio de libertad. Seremos conscientes de los impulsos externos que nos inducen, por ejemplo, al deseo de comprar de forma irreflexiva, y de los internos, como el sexo, la alimentación o la seguridad que nos empujan hacia modelos de conducta automatizados.
Ignacio Botella Ausina