Zen en el Arte de Escuchar
Hace años me regalaron un librito titulado, Zen en el arte del tiro con arco, de E. Herrigel. Lo leí y releí, lo disfruté y lo regalé. Como un pequeño tesoro que pasa de mano en mano.
Sus páginas destilaban antigua sabiduría de una lejana cultura. De aquella que parece inexplicable a la razón, sólo alcanzable mediante la práctica ritual, sincera y consciente. De aquella que observa en el discípulo el ojo del paciente maestro.
Arquero, arco, flecha y diana son allí vacuidad, son nada. La flecha no viaja hacia su destino. No hay flecha ni diana, ni arco ni arquero, ni espacio que recorrer, ni tiempo que esperar, ni destino al que llegar. Sólo hay vacuidad, la nada… ni tan siquiera hay. Sólo ser.
Lanzar una flecha que es diana. Tensar un arco que es arquero. Escuchar sin la distancia necesaria a la razón, al sentimiento, a la emoción. Escuchar sin oír ni ver ni gustar, sin oler ni tocar.
Ser lo que se escucha. Música inalcanzable. Movimiento estático de materia y espíritu. Ser nada integrado en el todo. No esperar cuando no hay tiempo, no desear cuando no hay objeto ni objetivo. No buscar tranquilidad, ser tranquilidad. No soltar, ser el propio fluir.
No observar, sólo ser la silenciosa escucha suspendida en la nada.
Ignacio Botella Ausina